RELATOS DE AYER...

El texto a continuación lo escribí con 18 años. Ya en él mostraba mi interés por la Alkimia..
Fue el resultado de mi primera vivencia de Amor con otro Ser Humano... y no tiene nada que ver con un proceso físico, sino de percepción interna de uno mismo, de metamorfosis.
Vivir enamorada es... 
vivir EN-AMOR-A-DA...R.
Ahí va...


SU NOMBRE ERA ROSA


No era niña ni mujer, sino flor.

Su color, blanco pálido. Textura fina, suave al tacto, quebradiza a la vista... Y un aroma muy especial, tan sólo perceptible para unos cuantos privilegiados.

Su único delito, ser tan sumamente bella.

En una oscuridad cómplice, a ojos de las tímidas gotas evaporadas por su frágil vestimenta, sintió cómo la savia de sus venas dejaba de fluir cuando un joven izó por las gélidas alturas el vértigo de su esqueleto.

La tierra a sus pies recogía maternal su último lloro antes de marchar para entregarse, espléndida, a esa otra Rosa, la mujer.


Sara Ferrer Juárez.


Este otro lo escribí también estando enamorada... años después..
 
 
LA VIDA LATE
en otra dimensión 
cuando acaricias 
con el corazón
a través de la mirada
un abrazo
o la voz

Voz, abrazo y mirada
Continentes de Verdad

Voz, abrazo y mirada chivatas
 que revelan
el verdadero estado del Alma

Qué dulce acariciar
con su sonido, latido y visión

Bonito paseo
el del corazón
a la voz

Para que sea él
quien hable

El único
que sea como sea
que se exprese...

...nunca miente.


Sara Ferrer Juárez.

  
Otra muestra..

Piensa que pienso en ti.

Piénsame pensándote.
En unión y libertad
Libremente unidos
Sin espacio, sin tiempo
Sin carne, sin verbo

Siendo Universo...¡un beso!
Ser beso..
Es Ser


Sara Ferrer Juárez 

Y todavía desde el pasado…


¿QUE ES LA DISTANCIA?

No es un metro, ni dos.
No es un kilómetro, ni dos
Ni tan siquiera cientos de ellos...

Acaso sea un milímetro el que separa dos cuerpos cuyas mentes están en un punto del infinito, con otra compañía, en otro lugar, fuera de este tiempo, viviendo una irrealidad fugaz distinta de esa irrealidad cotidiana en la que saludar al despertar a un extraño que sin embargo nos resulta conocido es una monótona sorpresa que nos acompaña a lo largo del día, recordándonos de cuando en cuando el egoísmo que conlleva dar tan poco de nosotros mismos, acomodarnos a lo establecido, dejar que muera el tiempo sin arriesgar un gesto que invite a compartir, que convide a la amistad, que llene ese despertar de la alegría de una continua novedad.


Sara Ferrer Juárez.